Alicia en el País de las Maravillas

«Alicia en el País de las Maravillas» es una cautivadora historia creada por Lewis Carroll que nos lleva al mágico y a veces desconcertante mundo de los sueños de Alicia. Este cuento clásico nos muestra la curiosidad infantil y la imaginación desbordante, a través del viaje de una joven niña que persigue a un apresurado Conejo Blanco, llevándola a una serie de aventuras inverosímiles y encuentros con personajes extraordinarios.

Alicia en el País de las Maravillas: Un Viaje Fantástico:

En una radiante tarde de verano, Alicia, una niña rubia de vivaces ojos y sonrisa curiosa, disfrutaba de un paseo por los campos junto a su hermana mayor, Ana. El sol brillaba intensamente en el cielo azul, haciendo que las flores se inclinaran suavemente bajo su calor. Ana, sintiendo el peso del día, exclamó con un suspiro: «¡Uf! Caminar más parece una tarea ardua. Prefiero sentarme a leer bajo la sombra de este árbol.»

Ana se sumergió en las páginas de su libro, leyendo en voz alta, mientras Alicia, cediendo al aburrimiento, decidió sentarse bajo la sombra de otro árbol cercano. Comenzaba a sentirse somnolienta cuando, de repente, un Conejo Blanco, vestido de manera extraordinaria y con un reloj de bolsillo en la mano, pasó corriendo y exclamando: «¡Ah, caramba! ¡Voy a llegar tarde! ¡Siempre llego tarde!»

Alicia, intrigada por la peculiaridad de ver a un conejo preocupado por la puntualidad, decidió seguirlo impulsivamente. «¡Qué cosa más rara!», pensó. «¡Pero si el conejo acaba de meterse por el hueco de un árbol!» Sin pensarlo mucho, se deslizó tras él y, fácilmente, entró por el agujero. Se preguntó si sería tan fácil salir como entrar, pero la curiosidad por seguir al Conejo la empujó a continuar.

Adentrándose en un estrecho pasaje que descendía sin cesar, Alicia siguió al Conejo, quien había desaparecido por el ojo de una cerradura. Alicia, al llegar a un pozo profundo, se dejó caer y continuó su viaje. Mientras caía, escuchaba al Conejo preocupado por su tardanza.

El viaje de Alicia la llevó a una sala llena de mesas con manjares. Una botella con la etiqueta «Bébeme» llamó su atención. Tras probar un sorbo, empezó a encoger hasta quedar del tamaño de una muñeca. Con una llavecita que encontró sobre una mesa de cristal, abrió una puerta secreta y murmuró: «¡Qué aventura más extraordinaria estoy viviendo!»

Detrás de la puerta, un corredor conducía a un jardín maravilloso con una casita en el fondo. Al entrar en la casa, encontró un plato de guisado y, al comerlo, comenzó a crecer enormemente. Tanto creció que su cabeza rompió el techo, asustando a un pájaro que empezó a gritar.

«No soy un monstruo, soy una niña,» se defendió Alicia. Pero al ver otro plato con setas guisadas, decidió probarlas, disminuyendo su tamaño nuevamente.

Al pasar por una puertecilla, Alicia llegó a una sala con muebles en miniatura y se lamentó: «¿Nunca volveré a ser como antes?» Sobre una mesa, encontró una torta apetitosa. Al comerla, volvió a crecer desproporcionadamente, pensando: «Me estoy convirtiendo en un telescopio.»

Lloró tanto que la habitación empezó a inundarse. Bebiendo de otra botella, volvió a encoger, sintiéndose como un sube y baja. «¿Por qué seguí al conejo?» se preguntó, ahora del tamaño de una nuez.

De repente, se encontró nadando en un mar de sus propias lágrimas. Para no ahogarse, saltó a una barquita de papel y llegó a un lago habitado por seres extraños y amenazadores. «¿Podrían indicarme cómo salir de aquí?», preguntó, pero solo recibió risas burlonas. Molesta, exclamó: «¡Son unos maleducados!»

Alejándose del grupo, encontró un hongo y se sentó sobre él. Un gusanito sonriente pasó por allí, y Alicia le preguntó: «¿Conoces algún remedio que me ayude a crecer?» El gusano le aconsejó probar el hongo, y así recuperó su tamaño normal.

No muy lejos, Alicia se encontró con una mesa de banquete servida y con comensales muy peculiares, incluyendo al Conejo Blanco. Él la invitó a unirse, y aunque pensó que todos allí estaban locos, accedió. Luego de la comida, se despidió amablemente y continuó su camino.

Pronto se encontró en un jardín donde soldados de baraja pintaban rosas blancas de rojo. La Reina de la Baraja apareció y, al ver a Alicia, ordenó su decapitación. Alicia sopló y derribó a los soldados, y se produjo un caos. La Reina y sus acompañantes la persiguieron, pero Alicia escapó.

Corriendo, Alicia fue capturada y llevada ante un tribunal presidido por la Reina. Acusada de crímenes absurdos, Alicia se levantó y huyó, siendo perseguida por todos. Entre gritos y un torbellino de objetos extraños, Alicia cayó al suelo.

De repente, escuchó una voz familiar: «¿Por qué gritas así, Alicia?» Era su hermana Ana, aún con el libro en las manos. Aliviada, Alicia se dio cuenta de que todo había sido un sueño. Se unió a su hermana para disfrutar del resto del día en el campo, recordando su increíble aventura en el mundo del sueño.