¿Buena Suerte? ¿Mala Suerte? ¡Quién Sabe!

En una aldea de la antigua China, vivía un anciano labrador llamado Li. Un día, un hermoso caballo salvaje llegó a su establo en busca de comida y agua. El hijo de Li, al ver al magnífico animal, decidió encerrarlo en el establo. Los vecinos, al enterarse, felicitaron al labrador por su buena fortuna. Pero Li solo respondió: «¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!»

Al día siguiente, el caballo, ágil y fuerte, saltó la valla y regresó a las montañas. Los vecinos se compadecieron de Li, pero él replicó con la misma frase: «¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¡Quién sabe!»

Una semana después, el caballo regresó, trayendo consigo una manada de caballos salvajes. Los vecinos, asombrados, felicitaron nuevamente a Li por su increíble suerte. Sin embargo, Li repitió: «¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!»

El hijo de Li intentó domar al caballo líder, pero fue pateado y sufrió graves lesiones. Los vecinos lamentaron la tragedia, pero Li mantuvo su serenidad: «¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¡Quién sabe!»

Poco después, estalló la guerra y todos los jóvenes sanos fueron reclutados, excepto el hijo de Li, debido a sus heridas. Los vecinos consideraron esto una bendición. Li, sin embargo, se limitó a decir: «¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!»

Reflexión: ¿Buena Suerte? ¿Mala Suerte? ¡Quién Sabe!

Este cuento reflexivo busca transmitir un mensaje sobre la naturaleza impredecible de la vida y cómo nuestra percepción de los eventos como «buenos» o «malos» puede ser limitada. Nos enseña a mantener la ecuanimidad ante las vicisitudes de la vida, recordándonos que lo que puede parecer una desgracia puede tener consecuencias positivas, y viceversa.