El camello y Zeus

El Camello y Zeus

En un tiempo remoto, cuando los animales podían comunicarse con los dioses, un camello vivía con un persistente sentimiento de envidia. Cada día, observaba con celos los magníficos cuernos del toro, anhelando poseer un par igual para sí. Cansado de su propia apariencia y convencido de que los cuernos le darían un aspecto más noble y respetable, decidió actuar.

Con determinación, el camello emprendió un largo viaje hacia el Olimpo para presentar su petición ante Zeus, el rey de los dioses. Una vez ante Zeus, el camello expresó su deseo: «Gran Zeus, otórgame, te ruego, cuernos como los del toro, para que mi presencia pueda inspirar admiración y respeto.»

Zeus, conocedor de la naturaleza de cada criatura y sorprendido por la petición del camello, reaccionó con indignación. «¿No te basta con tu gran tamaño y fuerza? ¿Cómo puedes desear aquello que va en contra de tu propia naturaleza?», exclamó. Y para enseñarle una lección sobre la aceptación y la gratitud, Zeus no solo rechazó su petición, sino que, como castigo por su desmedida envidia, redujo el tamaño de sus orejas.

Humillado y ahora con orejas más cortas, el camello regresó a su hogar, comprendiendo la futilidad de su envidia y la importancia de valorar sus propias cualidades únicas.

La fábula de «El Camello y Zeus» nos enseña sobre la peligrosidad de la envidia y la importancia de aceptarnos tal como somos. Resalta que debemos valorar nuestras propias habilidades y características, en lugar de codiciar lo que otros poseen, y que el deseo de mejora debe nacer del esfuerzo personal y no de la envidia hacia los demás.