El Cazador de Pájaros y la Trampa Mortal
En un bosque antiguo, donde los secretos de la naturaleza se tejían entre los árboles, un cazador de pájaros preparaba su trampa. Armado con liga y ramitas untadas, se adentró en el bosque con la esperanza de capturar un tordo que había visto en un árbol alto.
Mientras avanzaba, sus ojos se fijaron en el cielo, buscando su presa con una atención absorbente. Tan concentrado estaba en su objetivo que no notó el suelo que pisaba. Bajo una hoja oculta, un áspid dormido se despertó al sentir el paso intruso del cazador.
Antes de que el cazador pudiera reaccionar, el áspid lo mordió, inyectando su veneno letal. El cazador, sintiendo el ardor del veneno correr por sus venas, cayó al suelo. Con su último aliento, lamentó: «¡Qué ironía! En mi afán de atrapar a una criatura inocente, he caído en la trampa más mortal de todas.»
La moraleja nos recuerda que en nuestro empeño por dañar o capturar a otros, a menudo nos olvidamos de los peligros que nos acechan a nosotros mismos, llevándonos a caer en nuestras propias trampas.