El Cuervo Enfermo
En lo alto de un árbol viejo, un cuervo joven yacía enfermo en su nido. Con su salud debilitándose día a día, miró a su madre con ojos suplicantes y le dijo: «Madre, por favor, reza a los dioses por mí y no llores más. Quizás ellos puedan salvarme.»
La madre cuervo, con años de sabiduría y conocimiento del mundo, miró a su hijo con una mezcla de amor y tristeza. «Hijo mío», respondió, «¿qué dios crees que tendrá compasión de ti ahora? Has pasado tu vida robando la carne de sus altares y ofrendas. ¿Acaso queda alguno a quien no hayas ofendido con tus actos?»
El cuervo joven, débil y arrepentido, comprendió la lección en las palabras de su madre. A lo largo de su vida, había hecho muchos enemigos y pocas amistades, dejándolo sin nadie a quien recurrir en su hora de necesidad.
La fábula del cuervo enfermo nos enseña sobre las consecuencias de nuestras acciones y la importancia de mantener buenas relaciones. Nos recuerda que acumular enemigos innecesariamente solo nos deja solos y desamparados en tiempos de crisis, sin un solo amigo que acuda en nuestra ayuda.