El Helado y la Propina

En una pequeña cafetería, un niño de diez años demuestra un acto de generosidad inesperado. Al enfrentarse a la elección entre su deseo y la posibilidad de dar una propina, el niño elige un camino que revela su espíritu considerado y amable, dejando una impresión duradera en la camarera.

El Helado y la Propina: Un Relato de Generosidad Infantil.

En una pequeña cafetería, cuando un helado aún costaba una modesta suma, un niño de diez años entró y se sentó solo en una mesa. La camarera, ocupada con el ajetreo del lugar, se acercó y dejó un vaso de agua frente al niño.

Con voz tímida, el niño preguntó:

  • «¿Cuánto cuesta un helado de chocolate?»
  • «Cincuenta pesetas», respondió la camarera, con una mirada rápida a las otras mesas ocupadas.

El niño, con gesto pensativo, sacó unas monedas de su bolsillo y las contó silenciosamente.

  • «¿Y un helado sin nada?», preguntó después de un momento.

La camarera, mostrando signos de impaciencia por la demora, replicó:

  • «Veinticinco pesetas».

El niño, tras contar nuevamente sus monedas, decidió:

  • «Quiero el helado solo, por favor».

La camarera le sirvió el helado y se apresuró a atender otras mesas. El niño comió su helado, pagó en la caja y salió tranquilo de la cafetería.

Cuando la camarera regresó para limpiar la mesa, se encontró con una sorpresa que la dejó sin palabras. Junto al plato vacío del helado, el niño había dejado cuidadosamente veinticinco pesetas: la propina que no pudo dar al pedir un helado más caro. La camarera, con un nudo en la garganta, se dio cuenta de la generosidad y el sacrificio del niño.

La Fuerza de los Pequeños Gestos: Una Lección de Bondad y Generosidad.

«El Helado y la Propina» nos enseña que la generosidad no se mide por la cantidad, sino por el corazón. A través de un simple acto de dar propina, este relato nos recuerda que los gestos más pequeños pueden ser los más significativos, tocando profundamente los corazones de quienes los reciben.