El Hombre y el León de Oro: Un Dilema de Avaricia y Miedo
En una tierra antigua, habitaba un hombre conocido tanto por su avaricia como por su cobardía. Un día, mientras exploraba un bosque solitario en busca de tesoros ocultos, se topó con una figura sorprendente: un león completamente hecho de oro puro, brillando bajo el sol del mediodía.
El avaro quedó paralizado ante la visión del león dorado. Su corazón se debatía entre el deseo voraz de poseer tal riqueza y el miedo irracional a que la estatua cobrara vida y lo atacara. «¿Qué hago en esta encrucijada?», se preguntaba. «El temor nubla mi juicio; la codicia me atrae hacia el oro, pero el miedo me repele. ¿Quién, qué destino o qué deidad ha forjado un león de oro? Este hallazgo confunde mi alma. Anhelo el oro, pero temo la creación dorada; mi deseo me impulsa a tomarlo, pero mi naturaleza me insta a dejarlo. ¡Oh, fortuna que invita pero no permite tomar! ¡Oh, tesoro que no brinda gozo! ¡Oh, don divino que se convierte en tormento! ¿Qué estrategia emplearé para que el león sea mío?»
Lleno de inquietud, el avaro ideó un plan: regresaría con sus esclavos para apoderarse del león, mientras él observaba desde una distancia segura. «Así, con esta hueste de aliados, tomaré el león mientras contemplo la escena desde lejos», pensó.
La fábula ilustra el conflicto interno del avaro, atrapado entre su codicia y su miedo, y nos enseña una lección sobre la importancia de superar nuestras debilidades y utilizar sabiamente las riquezas, en lugar de acumularlas sin propósito.