El León, la Zorra y el Asno
En la vastedad de la selva, tres cazadores improbables formaron una alianza: el león, la zorra astuta y el siempre ingenuo asno. Juntos, salieron de caza y lograron acumular un gran botín. Satisfechos con su éxito, llegó el momento de dividir el fruto de su esfuerzo.
El león, imponiendo su autoridad, ordenó al asno que distribuyera el botín entre los tres. El asno, con su sencillez característica, dividió el botín en tres partes iguales y le pidió al león que eligiera su parte. Sin embargo, el león, indignado por la igualdad en la distribución y considerando su posición de rey, atacó y devoró al asno por su osadía.
Tras este acto brutal, el león le encargó a la zorra la tarea de dividir el botín. La zorra, habiendo aprendido de la suerte del asno, acumuló casi todo el botín en un montón grande, dejando solo unas pocas piltrafas en el otro. Cuando llamó al león para elegir su parte, el león, impresionado por la distribución, le preguntó a la zorra quién le había enseñado a repartir tan acertadamente.
Con una mirada hacia los restos del asno, la zorra respondió: «¡Pues el asno, señor, el asno!» Su respuesta contenía una sabiduría oculta y una advertencia: la observación de los errores de otros es una valiosa lección.
La fábula del león, la zorra y el asno se convirtió en un recordatorio de que los errores de otros pueden ser una guía para nuestras propias acciones, y que a menudo es más sabio aprender de los fracasos ajenos que repetirlos.