El León, la Zorra y el Ciervo
En un reino donde los animales hablaban y tramaban, un león, el rey de la selva, cayó enfermo. Debilitado y hambriento, concibió un plan para cazar a un ciervo, su presa deseada. Se dirigió a su astuta y confiable amiga, la zorra, y le pidió que usara su ingenio para traer al ciervo a su cueva.
La zorra, maestra en el arte del engaño, encontró al ciervo y con una voz persuasiva le dijo: «El león, nuestro rey, está moribundo. Ha estado considerando quién podría ser un digno sucesor, y su elección ha recaído en ti, por tu elegancia, longevidad y la fuerza de tus cuernos. Pero debes ir conmigo a ver al león para recibir sus últimas instrucciones.»
El ciervo, lleno de vanidad y cegado por la perspectiva de convertirse en el nuevo rey, siguió a la zorra hasta la cueva del león. Sin embargo, al entrar, el león, con un último esfuerzo de fuerza, atacó al ciervo. En medio de la conmoción, la zorra astutamente tomó el corazón del ciervo y se lo guardó.
Cuando el león, recuperando algo de fuerza, preguntó por el corazón del ciervo, la zorra respondió con una sonrisa astuta: «Ese ciervo ingenuo no tenía corazón. ¿Qué clase de corazón podría tener alguien que cae dos veces en la trampa de un león moribundo?»
La historia del león, la zorra y el ciervo se convirtió en una advertencia para todos en la selva: nunca dejes que el deseo de honores y reconocimientos perturbe tu buen juicio, para que no caigas presa del peligro y de la astucia de otros.