El León, la Zorra y el Ratón
Bajo la sombra de un gran árbol, en la tranquilidad de la selva, un león reposaba en un sueño profundo. Su serenidad fue interrumpida cuando un pequeño ratón, audaz y curioso, comenzó a corretear sobre su cuerpo. El leve pero inesperado contacto despertó al león, que se revolvió desconcertado, tratando de identificar al atrevido que osaba perturbar su descanso.
Una zorra, testigo de la escena desde una distancia prudencial, no pudo evitar comentar con un tono de mofa: «¿Cómo es posible que tú, un señor león, te alteres por un insignificante ratoncillo?» Su voz llevaba un matiz de incredulidad y burla.
El león, recuperando su compostura, miró a la zorra y respondió con una mezcla de sorpresa y reflexión: «No es miedo lo que siento hacia el ratoncillo, sino asombro. Me sorprende que exista un animal lo suficientemente audaz como para pisotear el cuerpo de un león dormido.»
La lección que el león compartió con la zorra, y que resonó en la selva, fue clara: nunca debes subestimar ni desatender las pequeñas cosas, por insignificantes que parezcan. A menudo, son las criaturas más pequeñas e inesperadas las que pueden sorprenderte y recordarte la importancia de estar siempre alerta y consciente de tu entorno.