El Lobo Harto y la Oveja
En una tarde tranquila, un lobo, ya saciado y sin hambre, deambulaba sin rumbo fijo por el campo. Durante su paseo, se topó con una oveja que yacía tendida en el suelo, paralizada por el miedo. El lobo, curioso y sin intenciones inmediatas de atacar, se acercó a la oveja y, en un gesto inusual, le habló con tono calmado: «No temas, pequeña oveja. Te dejaré ir si me dices tres verdades.»
La oveja, aún temblorosa pero aliviada por la oferta del lobo, juntó su valor y dijo: «Mi primera verdad es que hubiera preferido nunca encontrarte. La segunda verdad es que, habiéndote encontrado, desearía que fueras ciego para no verme. Y mi tercera y última verdad es que ojalá todos los lobos malvados, como tú, murieran de mala muerte, ya que nos atacan sin razón, a pesar de que nunca les hemos hecho daño.»
El lobo, sorprendido por la franqueza y valentía de la oveja, se detuvo a reflexionar sobre sus palabras. Reconociendo la veracidad en ellas y la injusticia de sus propias acciones, tomó la decisión de dejar marchar a la oveja.
La fábula del lobo harto y la oveja se convirtió en una enseñanza sobre el poder de la verdad y la honestidad. Incluso en situaciones de desventaja y vulnerabilidad, la verdad puede ser una herramienta poderosa, capaz de abrir caminos y cambiar el curso de los acontecimientos, incluso entre adversarios.