El Lobo Herido y la Oveja
En un claro del bosque, un lobo herido yacía en el suelo, incapaz de moverse tras un violento encuentro con unos perros. Herido y debilitado, el lobo se encontraba en una situación desesperada, sin posibilidad de cazar para alimentarse. Por casualidad, una oveja pasó cerca de él, y viendo una oportunidad, el lobo le hizo una petición astuta.
«Amable oveja», dijo el lobo con voz débil, «estoy sediento y no puedo llegar al río. ¿Podrías traerme un poco de agua? Si me ayudas a beber, podré buscar mi propia comida después.»
La oveja, precavida y astuta, comprendió inmediatamente la verdadera intención detrás de las palabras del lobo. Respondió con inteligencia y cautela: «Si te llevo agua para beber, no dudo que yo misma seré tu comida. Ayudarte sería asistir a mi propia cena.»
El lobo, descubierto en su engaño, no tuvo más opción que observar cómo la oveja se alejaba, dejándolo solo con su dolor y su hambre. La fábula del lobo herido y la oveja se convirtió en una lección vital: siempre es esencial prever el verdadero propósito detrás de las propuestas que parecen inocentes, especialmente cuando vienen de aquellos conocidos por su malicia y engaño.