El Lobo y el León
En las tierras salvajes donde la ley del más fuerte prevalecía, un lobo capturó a un carnero de un rebaño cercano. Con su presa firmemente sujeta entre sus fauces, se dirigía hacia su guarida, satisfecho con su caza. Sin embargo, su victoria fue efímera, pues un león, el rey indiscutible de esos parajes, había estado observando la escena desde una distancia oculta.
En un movimiento rápido y poderoso, el león interceptó al lobo y le arrebató el carnero, reclamándolo como suyo. El lobo, indignado pero consciente de la superioridad del león, se mantuvo a una distancia segura y protestó: «¡Injustamente me arrebatas lo que es mío!»
El león, con una sonrisa burlona, respondió al lobo: «Ajá, me vas a decir seguro que tú lo recibiste buenamente de un amigo.» Su tono era irónico y despectivo, dejando en claro la hipocresía en la reclamación del lobo.
El lobo, enfrentado a la verdad ineludible de las palabras del león, se retiró sin su presa, reflexionando sobre la lección aprendida. La historia del lobo y el león se convirtió en un recordatorio en la selva: lo que se obtiene de manera injusta o mediante el engaño, tarde o temprano será perdido o arrebatado, muchas veces de formas inesperadas o por manos más poderosas.