El Lobo y el Pastor
En las verdes praderas de un valle, un pastor cuidaba diligentemente de su rebaño de ovejas. Un día, notó la presencia de un lobo que, sorprendentemente, se movía entre las ovejas sin mostrar signos de agresión. Al principio, el pastor estaba en alerta máxima, vigilando al lobo como a un enemigo conocido. Sin embargo, con el paso de los días, el lobo continuó su comportamiento pasivo, nunca intentando atacar o robar ninguna oveja.
Poco a poco, el pastor comenzó a bajar la guardia, creyendo que el lobo había cambiado su naturaleza y se había convertido en un insólito guardián del rebaño. Un día, necesitando ir al pueblo por asuntos urgentes, el pastor tomó una decisión que pronto lamentaría profundamente: dejó el rebaño al cuidado del lobo, confiando en su aparente transformación.
Durante la ausencia del pastor, el lobo reveló su verdadera naturaleza. Aprovechando la oportunidad, atacó vorazmente el rebaño, devorando a casi todas las ovejas. Al regresar, el pastor se encontró con una escena desoladora: su rebaño casi completamente diezmado.
Con un corazón lleno de dolor y remordimiento, el pastor se lamentó: «¡Bien merecido lo tengo! ¿Cómo pude ser tan ingenuo como para confiar las ovejas a un lobo?»
La fábula del lobo y el pastor se convirtió en una advertencia para todos: nunca debes confiar tus valores y lo que más aprecias a los codiciosos, independientemente de su apariencia inocente o su comportamiento engañoso. Las apariencias pueden ser engañosas, y los instintos naturales a menudo prevalecen sobre los comportamientos aprendidos.