El Nogal al Borde del Camino
En la orilla de un transitado sendero creció un magnífico nogal. Con sus ramas robustas y una copa que se alzaba orgullosamente hacia el cielo, cada año producía una abundante cosecha de nueces. Los viajeros, atraídos por los deliciosos frutos, arrojaban piedras y palos para hacer caer las nueces, sin preocuparse por el árbol que generosamente las ofrecía.
Un día, mientras los caminantes golpeaban sus ramas y se llevaban sus frutos, el nogal, sacudido y herido, reflexionó con tristeza: «Qué ironía la mía, que por mi generosidad y bondad recibo solo daños e injurias. Año tras año, doy mis frutos para alimentar a los viajeros, y en respuesta, recibo golpes y desprecio.»