El Perro con Campanilla
En un pequeño pueblo, vivía un perro conocido por su tendencia a morder sin provocación. Preocupado por la seguridad de los vecinos, su dueño decidió colocarle una campanilla alrededor del cuello. La campanilla sonaría con cada movimiento del perro, advirtiendo a todos de su presencia.
El perro, sin embargo, malinterpretó el propósito de la campanilla. Creyendo que era un signo de distinción, comenzó a pasearse orgulloso por la plaza pública, haciendo sonar la campanilla con cada paso, como si estuviera presumiendo de una medalla de honor.
Una perra anciana y sabia, que había observado la conducta del perro desde lejos, se le acercó y le dijo con una mirada de entendimiento: «¿De qué presumes tanto, amigo? Esa campanilla no es un símbolo de tus grandes virtudes. Es una advertencia para los demás sobre tu maldad oculta.»
El perro, sorprendido por las palabras de la perra, se detuvo a reflexionar. Pronto se dio cuenta de que la campanilla no era un motivo de orgullo, sino un recordatorio de sus propios defectos.
La fábula del perro con campanilla se convierte en una lección sobre la humildad y la autopercepción. Nos enseña que los halagos y el orgullo que a menudo se otorgan a sí mismos los fanfarrones solo sirven para delatar sus mayores defectos y debilidades.