El Perro y el Carnicero
En el bullicioso mercado de un pequeño pueblo, un carnicero atendía a sus clientes con diligencia, sin percatarse de la astuta presencia de un perro callejero. El perro, observando atentamente, se percató de la distracción del carnicero y vio una oportunidad para saciar su hambre.
Con un movimiento rápido y silencioso, el perro se coló en la carnicería y, aprovechando un momento de descuido, agarró un sustancioso trozo de carne. Antes de que el carnicero pudiera reaccionar, el perro ya estaba corriendo hacia la salida, con el botín firmemente sujeto entre sus dientes.
El carnicero, dándose cuenta del robo, se volvió justo a tiempo para ver al perro huyendo. Aunque sabía que era demasiado tarde para recuperar la carne, exclamó en voz alta: «¡Oye amigo! La próxima vez que te vea, no te quitaré los ojos de encima.»
Esta experiencia le enseñó al carnicero una valiosa lección sobre la prevención y la atención. La fábula del perro y el carnicero se convierte en un recordatorio de que no debemos esperar a que ocurra un problema para empezar a pensar en cómo prevenirlo. Nos enseña la importancia de estar siempre alerta y preparados para evitar incidentes desafortunados.