El Ruiseñor y la Golondrina

El Ruiseñor y la Golondrina

En la primavera, cuando el aire se llenaba con el canto de las aves y los árboles comenzaban a florecer, una golondrina se encontró con un ruiseñor. Admirando el dulce canto del ruiseñor, la golondrina le hizo una invitación: «Ven y construye tu nido bajo el techo de las casas humanas, como hago yo. Es un lugar seguro y cómodo, protegido de los depredadores y las inclemencias del tiempo.»

El ruiseñor, que siempre había anidado en los rincones más tranquilos y apartados del bosque, escuchó atentamente a la golondrina. Después de reflexionar un momento, respondió con voz suave pero firme: «Agradezco tu invitación, pero no deseo revivir el recuerdo de mis antiguos males. Mis ancestros sufrieron en manos de los hombres, y esa memoria aún vive en mí. Prefiero la soledad y la paz de los lugares apartados a la cercanía de los seres humanos.»

La golondrina, aunque un poco sorprendida por la respuesta del ruiseñor, entendió su decisión y respetó su elección de vivir lejos de los humanos.

La fábula del ruiseñor y la golondrina nos enseña sobre la importancia de las experiencias pasadas y cómo estas pueden influir en nuestras decisiones actuales. Nos recuerda que, aunque las circunstancias cambien, los recuerdos de bienes y males previos permanecen con nosotros, moldeando nuestras elecciones y preferencias.