La Corneja y las Aves
En los tiempos antiguos, Zeus decidió proclamar un rey entre las aves y convocó a todas a un gran concurso para elegir a la más hermosa. Cada ave se preparó para este importante evento, acicalándose en la orilla de un río para lucir su mejor plumaje.
Entre ellas, estaba una corneja, que al verse en el reflejo del agua, se sintió menos agraciada que sus compañeras. En un intento por mejorar su apariencia, ideó un plan astuto pero deshonesto. Mientras las otras aves se bañaban y dejaban caer algunas de sus plumas, la corneja las recogía y se las ajustaba a su propio cuerpo. Con este collage de hermosas plumas ajenas, se transformó en un ave de esplendoroso plumaje.
Llegado el día de la presentación ante Zeus, las aves se alinearon en su mejor forma. La corneja, adornada con las plumas de los demás, resaltó entre todas y atrajo la atención de Zeus. Justo cuando el dios estaba a punto de coronarla como la más hermosa, los demás pájaros, reconociendo sus propias plumas y enfadados por el engaño, se abalanzaron sobre la corneja y le arrancaron las plumas que le habían robado.
Despojada de su falso esplendor, la corneja quedó expuesta en su sencillez original. Sin el disfraz de las plumas ajenas, era simplemente una corneja entre muchas.
La fábula de la corneja y las aves sirve como una advertencia sobre la falsedad y el valor de la autenticidad. Nos enseña que nunca debemos hacer alarde de los bienes ajenos como si fueran propios, ya que la verdad siempre sale a la luz, y con ella, las consecuencias del engaño.