La Hormiga y el Escarabajo
En el corazón del verano, bajo el sol implacable, una laboriosa hormiga se afanaba recogiendo granos de trigo y cebada en el vasto campo. Su esfuerzo era incansable, y cada grano recogido era cuidadosamente transportado a su almacén subterráneo, preparándose para los duros meses de invierno.
Un escarabajo, que pasaba sus días en ocio, observaba a la hormiga con una mezcla de asombro y desdén. “¿Por qué desperdicias estos hermosos días en trabajo tedioso?”, preguntaba, mientras se deleitaba en los placeres efímeros del verano.
La hormiga, concentrada en su labor, no prestaba atención a las burlas y continuaba con su incansable recolección.
Pero el verano pasó, y con él llegó el frío invierno. Las lluvias torrenciales arruinaron el hogar del escarabajo, y sin alimento, el hambriento insecto se vio obligado a acudir a la hormiga. “Por favor, ¿puedes compartir algo de tu alimento conmigo?”, imploró.
La hormiga, recordando las palabras del escarabajo en los días de abundancia, replicó sabiamente: “Amigo escarabajo, si hubieras dedicado parte de tu tiempo a la preparación y el trabajo, como yo lo hice, no te encontrarías en esta penosa situación. Las épocas de abundancia son para prepararnos para las de escasez.”