La lámpara

La Lámpara y su Lección de Humildad

En el rincón de una pequeña habitación, una lámpara llena de aceite ardía con un brillo intenso, proyectando sombras danzantes en las paredes. Orgullosa de su luz, la lámpara comenzó a alardear: «Mira mi fulgor resplandeciente, más luminoso que el mismo sol. En la oscuridad de la noche, soy la reina que ilumina el mundo.»

Justo en ese momento, un viento impetuoso entró por la ventana abierta y sopló tan fuerte que la llama de la lámpara se apagó de repente. Sumida en la oscuridad, la lámpara quedó silenciosa y avergonzada. Un amable anciano, dueño de la casa, se acercó con un fósforo y encendió nuevamente la lámpara. Mientras lo hacía, le dijo con voz tranquila: «Ilumina, querida lámpara, pero recuerda que el resplandor de los astros en el cielo nunca se eclipsa tan fácilmente como el tuyo. Tu luz es valiosa, pero no olvides tu fragilidad.»