La Mujer y el Marido Borracho: Un Esfuerzo Fallido
En un pequeño pueblo, vivía una mujer cuyo marido estaba atrapado en las garras de la bebida. Cada noche, él regresaba a casa en un estado de ebriedad tan profundo que parecía más muerto que vivo. Desesperada por cambiar su comportamiento, la mujer ideó un plan audaz.
Una noche, cuando su marido cayó en su habitual letargo alcohólico, lo cargó cuidadosamente sobre sus hombros y lo llevó al cementerio del pueblo, dejándolo entre las tumbas. Esperaba que al despertar allí, reflexionara sobre su vida y cambiara su comportamiento.
Al amanecer, cuando los efectos del alcohol se disiparon, el marido se encontró solo en el sombrío cementerio. Confundido y asustado, escuchó una voz fuera de las puertas. Era su esposa, quien, fingiendo ser una enviada de los muertos, le dijo: «He venido a traer comida a los muertos».
Sin embargo, lejos de sentir miedo o remordimiento, el marido respondió con voz ronca: «No necesito comida, pero sí algo de beber». La mujer, al oír esto, se sintió desolada. Su estrategia, lejos de reformar a su marido, parecía haber reforzado su vicio. Con el corazón pesado, se lamentó de su suerte y de la inquebrantable adicción de su esposo.