La víbora y la lima

La Víbora y la Lima

En el polvoriento taller de un herrero, una víbora hambrienta se deslizó en busca de algo que comer. Con un rastro de astucia y desesperación, se acercó a cada una de las herramientas del herrero, suplicando por una pequeña muestra de caridad.

Una a una, las herramientas, movidas por un raro sentido de compasión, le ofrecieron algo de su sustancia. La víbora, agradecida, continuó su búsqueda hasta que solo quedó la lima por visitar.

Con esperanza, se aproximó a la lima y le rogó con su siseo característico que le ofreciera algo, cualquier cosa que pudiera aliviar su hambre. La lima, fría y desgastada por su constante uso en el taller, la miró con desdén y le respondió con un tono cortante: «¡Bien engañada estás si crees que te daré algo! Yo tengo la costumbre, no de dar, sino de tomar algo de todos.»

La víbora, sorprendida y decepcionada, se alejó lentamente, reflexionando sobre las palabras de la lima.

La fábula «La Víbora y la Lima» nos enseña una valiosa lección sobre la naturaleza de aquellos que solo saben quitar a los demás. Nos recuerda que no debemos albergar esperanzas de recibir ayuda o bondad de aquellos que han demostrado ser intransigentes o cuya única intención ha sido siempre beneficiarse a costa de los demás.