Las Moscas
En un tranquilo rincón de un frondoso jardín, un panal de abejas colgaba de una rama, rebosante de miel fresca y dorada. Un día, un descuido hizo que parte de la miel se derramara, formando un charco brillante y pegajoso en el suelo. La dulce fragancia no tardó en atraer a un enjambre de moscas, que se acercaron emocionadas por la inesperada delicia.
Las moscas, embriagadas por el sabor y la abundancia, se sumergieron en la miel con ansias desmedidas. Se revolcaban en ella, comiendo con una codicia que no conocía límites. Pronto, sin embargo, descubrieron que sus patas estaban atrapadas en la pegajosa sustancia, y a medida que luchaban por liberarse, más se enredaban.
En medio del pánico y la desesperación, una de las moscas, exhausta y al borde de la asfixia, exclamó con un lamento: «¡Qué ironía tan cruel! Nos lanzamos a este festín sin pensar en las consecuencias, y ahora, aquí estamos, a punto de morir ahogadas en el mismo manjar que tanto anhelábamos.»