Los Dos Enemigos en el Mar Tempestuoso
En una pequeña ciudad costera, dos hombres, conocidos por su profundo odio mutuo, se encontraron a bordo del mismo barco. Uno ocupaba un lugar en la proa, mientras el otro se asentaba en la popa, manteniendo su distancia y su hostilidad incluso en alta mar.
Un día, mientras el barco navegaba, una feroz tempestad se desató, azotando la nave con olas gigantes y vientos implacables. El miedo se apoderó de los pasajeros y la tripulación, mientras el barco era golpeado por la furia de la naturaleza. En medio del caos, el hombre de la popa, preocupado por su propia supervivencia, gritó al piloto, preguntando cuál parte del barco se hundiría primero.
El piloto, luchando contra el timón, respondió con voz tensa: «¡La proa será la primera en sumergirse si no logramos controlar la nave!»
Al oír esto, el hombre de la popa, a pesar del peligro que lo rodeaba, sonrió siniestramente y dijo en voz alta: «Entonces, si debo perecer, me consuela saber que veré a mi enemigo sumergirse antes que yo.»
Los otros pasajeros, escuchando estas palabras, quedaron asombrados y disgustados por tal muestra de rencor, incluso frente a la posibilidad de una tragedia inminente. El hombre en la proa, enterado del comentario, miró hacia la popa con una mezcla de desprecio y tristeza.
La moraleja nos enseña sobre la trivialidad y la destructividad del odio, incluso en situaciones de vida o muerte. Nos recuerda que permitir que el rencor nos consuma puede llevarnos a perder de vista lo que realmente importa, incluso nuestra propia supervivencia y humanidad.